La segunda manifestación de atrincheramiento fue el resultado de la reforma tributaria, la que, rechazada en general, impide siquiera dialogar y avanzar sobre sus puntos específicos. La necesidad de mayores recursos fiscales para abordar necesidades en salud, pensiones, educación, seguridad, incorporación de la mujer al trabajo, etc., puntos todos que se relacionan con nuestra capacidad de crecer, parecía haber sido aceptada. Sin embargo, han vuelto las trincheras.
Espero volvamos sobre este tema, por lo que quisiera relevar aquellos aspectos de la reforma que se alinean perfectamente con las mejores prácticas internacionales. Por oposición, los no destacados creo pueden ser revisitados.
Se dice que la RT afectaba el ahorro y la inversión y con ello la capacidad de crecer. Eso es inexacto. El supuesto impacto proviene de mayores impuestos a los ingresos, focalizados en los tramos de renta más altos. Es efectivo que mayores impuestos al ingreso pudieran mermar el ahorro; pero eso ocurre en todos los países del mundo, pues los tributos deben ser progresivos y los impuestos indirectos son regresivos. Y la carga tributaria directa es muy superior a la de Chile en todos los países desarrollados, lo que no ha representado un obstáculo para su desarrollo. Y el análisis es parcial, pues no considera los enormes beneficios para la productividad que conllevan los consiguientes mayores gastos antes destacados. Seamos claros, no habrá solución para nuestras carencias económicas de base sin elevar la carga tributaria directa. Se agrega, además, que esto sería perjudicial para la inversión. Ello es manifiestamente erróneo, pues se trata de cargas impositivas aplicadas cuando las rentas del capital han sido ya distribuidas a sus dueños para su consumo, habiendo salido del proceso de inversión.